
Llegamos al recinto bien entrada la tarde y a Arch Enemy los escuchamos estirados en la hierba. Estaba nublado, había cierto temor que el show de Kiss pagara las consecuencias. Pero, lo cierto es que durante la tarde eso ayudó a no pasar el sofocante calor del día anterior. Incluso algunas gotas que cayeron fueron refrescantes.
Los gritos de Brujería tambien los seguimos desde lejos. Esperando a nuestra primera actuación: Tesla. Una de las perlas escondidas entre tanto gallito del festival. Salieron como si fuera su primer concierto, con muchas ganas de comérselo todo. Y eso es lo que les hace grandes: sin delirios de grandeza, desde la humildad, han seguido trabajando a lo largo de muchos años y nos visitaban para recordarnos el sonido del rock duro de inicios de los noventa. Con mucha clase y tablas. Una grandísima actuación.
A Michael Schenker tambien hubo que verlo desde la distancia, no estábamos muy sobrados de fuerzas. Esperando al siguiente grupo pude distinguir el gran tema Doctor Doctor de su paso por UFO.
Europe nos hacían viajar en el tiempo, a aquellos años 80s, cuando éramos todavía pequeños y conmocionaron a todo el mundo con su The Final Countdown y sus rizos. Ahora con una imagen más serena, más madura. Y con un repertorio de temas que les hacen una banda de no sólo un éxito. Un buen concierto de AOR. Aunque el gran final lo tubimos que sacrificar para ganar una buena posición para otro de los momentos que no nos podíamos perder bajo ningún concepto. Uno de los principales motivos de estar allí presentes: DIO.

Un nuevo descanso para poder comer tranquilamente mientras escuchábamos a Blind Guardian de fondo.

Ni que decir tiene que musicalmente estubieron muy bien, con sus clásicos temas para repasar estos años de carretera. Mucha imagen, mucho merchandasing detrás. Haciendo gala de todo lo que les ha dado fama: elegancia y glamour, temas pegadizos, escenografía con los numeritos propios de cada miembro del grupo. Un auténtico derroche de medios que jusficaba que la gente no se moviera de sus lugares hasta las tres de la mañana tras más de dos horas de un recital que lo tubo todo.
Y esa fue la guinda final, el broche de oro del festival. Quedaba Saxon por tocar y, a diferencia del día anterior en que los ruidosos Slayer cerraban la jornada, sentí lástima por no poderlos disfrutar. Me encantan, pero las condiciones físicas estaban bajo mínimos y me quedé con las ganas de volver a ver a una de esas bandas que se ha convertido en una de mis favoritas y que toquen donde toquen y a la hora que lo hagan acaban siendo de lo mejorcito de cualquier festival. Porque son grandes, muy grandes.
Pero, tendré que esperar a verlos en otra ocasión. ¿Será en la nueva edición del Kobeta?
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