Perla # 26

Qué envidia la sonrisa de un niño. Por la autenticidad, pureza e inocencia que hay detrás.

Y qué envidia, también, la sonrisa de dos abuelos que entre semana salen con la bicicleta, con sus mallots y cascos, que haciendo una subidita que les hace ralentizar extremadamente se cruzan con uno que está corriendo; justo en el momento crítico cuando le quedan pocos pulmones y corazón no llevando ni media hora de recorrido. Y no sólo te regalan una espectacular sonrisa sino que también te espetan un: Bon dia! Tan lleno de vitalidad y de energía que uno saca fuerzas de donde sea para corresponder a esa sonrisa y no desfallecer en el asfalto; porque también quieres llegar a lucirla algún día, porque quieres llegar a sentirte así: Feliz.