Nostradamus

Hace un par de años se empezó a hablar de este disco. Sorprendió a todos que los Dioses del Metal pretendieran hacer un disco conceptual contando la vida del profeta francés Michel de Nostradame.

Ya desde buen inicio se disparon las habladurías y las espectativas. Nuevamente los Judas dan un paso adelante arriesgándolo todo haciendo algo nuevo, algo diferente.

Lógicamente, como gran aficionado a esta grandiosa banda, no me podía quedar al margen. Y he seguido la evolución de la gestación del disco. Porque se ha hablado mucho de ello, se ha creado una especie de incertidumbre con lo que podía pasar con este álbum. Cualquier artículo o entrevista de los miembros de Judas era para comentar la grandeza con la que iban a sorprender a sus seguidores y no tan seguidores.

Encima el disco se ha retrasado varias veces. Y su estructura ha ido creciendo: ha pasado a ser un doble-cd con un montón de intros para las canciones. Las especulaciones no han parado en ningún momento. Desde hace tiempo que la impresión es que o sacan un discazo de los que hacen historia o se dan el gran batacazo. No hay medias tintas.

Ahí si que intenté mantenerme al margen. Son dos extremos tan separados que ni me quería hacer ilusiones ni me quería preparar para lo peor. Por lo que opté por mantenerme frío, aguantar hasta que saliera el álbum para poder juzgar.

Y bien que lo he conseguido, no me han afectado las críticas que han ido surgiendo ni tampoco las alabanzas que algunos han ido reportando. Esta espera la he llevado bien, como si no fuera conmigo la cosa. Incluso el primer tema que sacaron a la luz hace unas semanas, Nostradamus, lo cojí con pinzas, no me dejé llevar. Hasta la tercera o cuarta escucha, cuando empecé a sentir algo ... Pero mantube el tipo.

Pero, ¡ay, amigo! Como no podía ser de otra manera, unos días después se filtraron un par de canciones más. Y cometí el error de escucharlas. Ahí se acabó la frialdad que había mantenido casi dos años. Se desataron completamente las emociones, dejé de engañarme a mi mismo y me dejé arrastrar por los Dioses. Me parecieron brutales, bestiales. No en el sentido tradicional de la banda, sino en este nuevo concepto que han creado: con acompañamiento sinfónico, con partes oscuras, impregnado de lo más épico y majestuoso. Es como meterse en el fragor de una batalla y escuchar el tambor de guerra a un lado y las espadas cruzándose y chispeando a otro, mientras las tropas avanzan. Pero conservando, eso sí, todo el sabor, el toque y el sello de Priest. Con unos KK y Glenn sonando más desafiantes que nunca manteniendo el ritmo que les caracteriza y con un Halford colosal, más teatral que nunca, sin tener que recurrir a sus legendarios agudos pero demostrando lo gran cantante que es.

Todavía hay más temas por ahí que se pueden escuchar ya. Incluso el disco entero parece que ha llegado a la red. Pero aguantaré un poco más, unas horas más; intentando sujetar bien las riendas de mis emociones y soltarlas cuando sea debido, para gozar plenamente de ello, si realmente tiene que ser así.

Sé que para nada soy objetivo y que este análisis a priori, antes del lanzamiento del disco, no tiene mucho sentido. Pero no lo podía evitar. Tenía que hacer mención a lo que puede ser uno de los grandes discos del año. Y lo tenía que hacer desde mi punto de vista, no el leído o escuchado por ahí, no subiéndome al carro de los demás o de la mayoría. Sino que me la tenía que jugar antes de su salida para uno de los dos extremos y he elegido hacerlo por el triunfador. Apuesto a vencedor.

Ni que decir tiene que cuando escuche el disco entero volveré por aquí a dar la cara por si estoy equivocado o, por el contrario, a lucir la orgullosa sonrisa de quien ha acertado; pero una sonrisa no de colgarse la medallas en la palestra sino por la satisfacción de volver a disfrutar de algo grande.

De momento no me queda nada más que decir que: ¡Priest, Priest, Priest!!!!