Estoy hecho un "reader"

Otra afición que recientemente he recuperado es la de la lectura. Hacía algunos meses que había desaparecido su continuidad, incluso durante bastantes semanas no leía. Me costaba horrores, me daba mucha pereza.

En el presente Enero la cosa cambió. Con el regalo de la Autobiografía de Miles Davis me reenganché a la lectura. Y fue la mejor manera. Porque era un libro ni muy complicado ni difícil de leer, sino que permitía la lectura cómoda y continuada. Que te enganchaba para seguir, querías continuar leyendo, saber más y más.

Y entrado en esta buena dinámica lectora, ya son cuatro libros los que he finalizado en las últimas semanas. No parecerán muchos, imagino; pero para el tiempo que dispongo sí que resultan una buena marca. De hecho, los ratos que le dedico cada día son cortitos, salvo alguno que me desmadro y no puedo parar. Pero lo mejor es que se puede decir que cada día estoy un rato leyendo, ya sea más o menos, casi no descuido ninguno. Y ahí es donde radica el buen hacer de un reader: leer cada día.

Así que me gustaría hacer un repaso de este periplo lector que me ha devuelto la ansias por leer.

Empezamos, como ya decía, por la autobiografía de Miles Davis. Un libro que me enganchó desde la primera página. Porque a diferencia de lo que podría ser una biografía, aunque fuera autorizada, estaba viviendo la historia de Miles Davis en primera persona. Hablando como el habla, con su lenguaje plagado de tacos e insultos, sin omitir nada. Más real no podía ser. Un tipo fascinante ya que vivió la época dorada del Jazz y se rodeó en todo momento de los mejores músicos de la época.

Igual que otros muchos músicos de entonces, era un hombre con dos o más vertientes. Por un lado estaba su vida privada, su manera de pensar, su comportamiento que, realmente, dejaba mucho que desear. Tal vez era fruto de la época que le tocó vivir y de sus circunstancias; pero como persona difícilmente podría ser considerado un buen referente.

Y, por el otro lado, estaba el genio. Un maestro de la trompeta. Un virtuoso y gran compositor. Y en este libro se respira muchísima música: los lugares, los músicos, los discos... Narrado en primera persona hace que te acabes empapando de un buenísimo Jazz. Te hace sentirlo muy a dentro. Tal es así que Miles Davis era uno de esos artistas que tenía medio en el olvido, la trompeta no ha sido nunca un instrumento muy atrayente para mi. Pero a medida que iba leyendo, que me iba adentrando en su mundo, en su percepciones, conociendo el significado de cada cosa y de los detalles que enriquecen cualquier motivo, iba apreciando mejor el sonido de su trompeta y de sus buenas composiciones; descubriendo así la grandeza de sus discos, de los cuales he escuchado la mayoría. Convertiéndose así en uno de los artistas que más he escuchado hasta la fecha.

Nada más finalizarlo me quedé con unas ganas muy grandes de seguir leyendo. Había surgido esa necesidad que te hace buscar un nuevo libro.

Hacía tiempo que no compraba ningún libro, por lo que no había ninguna novedad a la que echar mano. Así que recuperé uno de esos libros que están olvidados en la estantería. Diría que hacía como dos años que lo compré pero que no había leído. Tocaba hincarle el diente.

Se trataba de Shangri-La de Julio Murillo. Era también lo que necesitaba después de la autobiografía de Miles Davis. Un libro muy fácil de leer. Una novela que te engancha. Así que saciaba el hambre lector que tenía en esos momentos.

Una historia ficticia de como un reducto de nazis había subsistido hasta la actualidad. Más bién que un reducto, una especie de secta oculta o sociedad secreta, un poder en la sombra. Interesante novela de espías y persecuciones. Muy entretenida.

Acabado este libro si que me quedé sin nada que leer. Así que tomé un libro prestado. Uno que me atraía especialemente por el autor: Ken Follet. Los pocos libros que he leído de este afamado autor me han gustado mucho. Por su manera de narrar, por su capacidad de explicarte la misma historia desde muy distintas perspectivas. Te acerca a los hechos desde todos los puntos de vista. De este modo los conoces mejor y te implica aún más en la historia.

El libro en cuestión era Alto Riesgo. Y, casualidad, también iba de nazis. En esta ocasión nos remontaba a los últimos días de la segunda guerra mundial, cuando Francia estaba tomada por las fuerzas nazis y se esperaba una invasión de los aliados. Pero que saliera bién dependía de la buena finalización de una misión llevada a cabo por un grupo de mujeres infiltradas en pleno corazón enemigo.

Una novela que también me ha tenido muy enganchado. Por esa manera de narrar que tiene Follet, que te mantiene en tensión en todo momento. Una tensión que va creciendo, que la vas haciendo más tuya. Hay mucho en juego en cada paso que se da y eres bién consciente de ello. Así que no puede dejar de pasar páginas para saber si hay un siguiente paso y cual es...

Justamente antes de acabar este libro me dejaron otro: Paradero desconocido. Para seguir con la tónica, también ligado con el mundo nazi.

Y ésta ha sido una gran sorpresa. No es que desconociera el libro o de qué iba, que también como siempre, si no que me ha sorprendido el género, la historia y el final.

En este caso se trata de un intercambio de cartas entre dos amigos alemanes en los años treinta. Uno que vive en los Estados Unidos y otro que regresa a la madre patria tras un éxito profesional en América. Basado en hechos reales, a través de estas pequeñas narraciones epistolares vemos cual era el contexto sociopolítico de aquella época, en el que se estaba produciendo un auge del nazismo y se estaba cimentando lo que vendría a ser la segunda guerra mundial.

Un libro muy interesante, escrito sorprendentemente en 1938. También muy fácil de leer. Incluso lo he acabado antes que el otro que estaba leyendo; ya que lo había finiquitado en el trayecto que iba del lugar en el que me lo dejaron hasta mi casa. En unos tres cuartos de hora se puede leer. Y merece la pena. Buenísimo.

Tras este breve paseo por mis últimas lecturas, decir que estoy muy contento de haber recuperado esta afición. Me gusta muchísimo esa sensación de sed de lectura, de ganas de más. De acabar un libro y buscar con ilusión uno nuevo; esa especial emoción de no acabar algo sino de querer continuar por ese camino. De querer continuar sumergiéndote en un mundo de fantasía, que te hace imaginar o que te hace conocer cosas nuevas. Es algo que te reactiva, te enriquece, te llena.