Maneras alternativas de entretenimiento

Repasando algunos eventos de los últimos meses a los que he asistido he recordado dos que sobresalen del resto. Tal vez no son los más importantes ni los más grandes; pero si destacan por algo es porque son diferentes, diferentes para mi. Y al ser diferentes y haberme gustado se han convertido en algo especial también.

El primer hecho se trata de ir al circo. Fue hace ya unos cuantos meses, en la escapadita a Madrid. La verdad es que es unn poco raro que a cierta edad uno vaya al circo. Y más extraño aún si se puede llegar a sentir y disfrutar como un niño. Porque así fue, la ilusión previa y el goce al vivirlo era la de un niño. El retorno a la infancia, a la inocencia. Disfrutar de un espectáculo que me alegró la vista y los oídos sin esperar nada absolutamente, sólo dejándome llevar por el fluir del show.

Claro que no se trataba de un circo convencional, sino del Cirque du Soleil con el montaje Varekai. Por decirlo de alguna manera es la mejor manera de adaptar el circo tradicional al Siglo XXI, de convertir un espectáculo para niños en un representación para todos los públicos. Realmente es algo increíble. Es algo envolvente por su magnitud, su capacidad de llenar el escenario de punta a punta con una gran variedad de números e interpretaciones encadenas; así como la excelente música en directo que nos regalan a los oídos. Es fascinante la caja de sorpresas que se abre delante de nosotros; te genera la misma sensación que pueda tener un niño...

El otro evento es más reciente, sólo hace unas semanas. Y se trata de teatro; concretamente de la obra: Las manos blancas no ofenden de Calderón de la Barca. Si anteriormente decía que era raro que a estas alturas fuera al circo, ahora tengo que confesar, con cierta vergüenza, que esta era mi primera obra de teatro, al menos la primera que voy voluntariamente y no por dictámen del colegio...

Ya he comentado que los dos eventos fueron especiales. Por lo que no hay que ser muy avispado para adivinar que esta obra clásica también me dejó muy safisfecho. Puede sonar muy obvio, pero la sensación principal que tuve es la de algo muy vivo; ¡ya he dicho que sería obvio! Pero sí, es eso: estás delante de personas reales que están interpretando para ti, no delante de un pantalla, y sabes que no hay red de salvación (ahora que hablamos de circo) que el director si la toma sale mal no gritará que se pare y que lo repitan. Todo tiene que salir bién a la primera. Y en ese sentido cumplieron de sobras. Me dejaron impresionado por la historia, la puesta en escena y por las interpretaciones de los grandes actores con sus poderosas voces.

Así que a los cines y a los conciertos, he añadido otras maneras de disfrutar de algunos espectáculos, que espero repetir.