Días extraños

Días raros estos de final de año e inicio de uno nuevo, entre tanta fiesta, ornamentos, musiquitas... Raros de por sí. Pero a mi no me hace falta nada de esto para sentirme raro, ya pongo de mi parte si hace falta. Y así han sido estos días, divagando entro lo absurdo y lo racional, siempre atado de manos por las cadenas de algunas emociones y sentimientos que quisiera romper.

Hoy hacía un día estupendo, de aquellos con un Sol que llaman de justicia. Y, dentro de mi ceguera y apatía, lo he estado a punto de sacrificar. Hasta que me ha dado el ramalazo de salir a disfrutarlo, me han venido unas ganas tremendas de dejarme empapar por ese Sol impresionante, por su calidez y su energía. Viviendo un poquito el "ahora" ha surgido una buena sonrisa. Una sonrisa provocada por algo tan sencillo como disfrutar del Sol. A veces resulta tan complicado valorar estas pequeñas y lindas cosas que tenemos al alcance de la mano...

De algún modo he sentido su energía, ha sido un momento especial. Incluso más tarde he salido un rato a la terraza, algo que no hacía desde hace tiempo, para alargar esos instantes; seguir bajo el calido y gratificante Sol de Invierno.

Os dejo un par de instantáneas a modo de documento gráfico, de algo que es muy difícil de transmitir. La primera es una foto mía, de mi mismo quiero decir. Pero ¡qué no sirva de precedente! Obsérvese el curioso detalle de que tengo la cabeza como un ladrillo: dura, vacía e inútil (para pensar).

Y esta segunda es el culpable de mi sonrisa de este domingo: el Astro Rey. Ha salido algo oscurilla. Ya conocéis mis dotes fotográficas... Pero os aseguro que irradiaba una luz y una energía espectacular. Por eso este ahí arriba, a diferencia de mi, entre otras cosas, le dá igual el día, el momento, las circunstancias o lo que sea: siempre está regalando su poderosa sonrisa de manera desinteresada.