Una Nit Màgica al Palau

Al fin lo conseguí. Tras una larga espera, el pasado viernes logré reunirme con ella.

Un encuentro muy esperado, pero de resultado incierto. Muchas ganas de verla, pero sin plantearme que podría suceder. No quería crearme falsas espectativas, miedo a la decepción ...

Pero, allí apareció ella, donde hace tiempo habíamos quedado. Por fin. Vestido negro y zapatos rojos. Timidez de una niña pero con la mirada de pillería. Mi corazón se desató:

Empezaba el concierto de Marlango en el Palau de la Música Catalana.



Una noche memorable: una banda de una gran clase y un entorno perfecto.

Música excelente, con la base de jazz y de blues. Peculiar combinación difícil de ver por estos lares. Con momentos muy desenfadados, otros muy intímos y otros muy atrevidos. Una excelente voz y unos grandes músicos. A Leonor, Alejandro y Oscar, los creadores del grupo, les acompañaban hasta cuatro músicos más, todos ellos de gran nivel para conseguir un gran sonido.

El repertorio abarcó los tres discos de la banda, la mayoría de sus canciones para entretenernos de la mejor manera durante dos horas. Incluyendo un par de versiones, la primera Vete de Los Amaya y la segunda I Love You Baby de Frankie Vallie y que popularizó Gloria Gaynor. Un concierto de buena música, que transmitía alegría incluso diversión.

Una vez hecha la crónica, el análisis frío, toca hacer un giro hacia dentro.

Un concierto atípico para mi. No estoy acostumbrado a estar cómodamente sentado mientras disfruto de la música. Tampoco es el tipo de estilo que suelo ir a ver. Era algo diferente que quería hacer, salirme de mis costumbres y gozar de otra manera.

Y fue algo muy especial. Musicalmente disfruté mucho. Pero las sensaciones que tube fueron más allá. Ya partiendo de la base que la formación me gusta muchísimo, tal vez no soy demasiado objetivo.

Pero por un lado está Leonor, la cara visible del grupo, lo que más atrae y más llega a la gente, con su voz dulce, suave y fuerte cuando es necesario. Con esa manera de moverse al son de la música y esos gestos sensuales incluso sexys derrochando complicidad, coquetería, atrevimiento y alegría en todo lo que hacía en el escenario pero siempre desde la naturalidad; una atracción incontrolable e inexplicable. Fantástica.

Si Leonor me alzó a las nubes, el resto de músicos me mantubieron. En especial Alejandro, el pianista, que con su sentido del humor, llegó fácilmente al público haciéndonos sonreir incluso carcajear en más de una ocasión. Continuas fueron sus bromas, en su justa medida, que contaban con la complicidad de Leonor y fue el que nos hacía llegar que querían explicarnos para pasar un buen rato con su música. Lo consiguió. Un fenómeno como compositor y como persona.

Mi estado de ánimo en el concierto fue el ideal, el estar gozando de la música que te gusta en vivo, de la mejor manera. Pero, digo que las sensaciones fueron más allá porqué lo que consiguieron que tubiera a lo largo del concierto estubo fuera de lo normal. En pocas ocasiones me he llegado a emocionar como en este concierto y eso que mi vagaje no es corto. Plenitud, alegría ... difícil de describir.

Aprovecho un comentario de Alejandro para intentar describirlo, ya que yo no soy capaz: "queremos que esta noche sea rara y bonita". Y así fue: rara y bonita.

Una expresión que desde ya voy hacer mía. Porque define muchas de las cosas que me gustan o momentos que he vivido. Sin ir más lejos, no sólo el concierto lo fue, el viernes tambien fue un día raro y bonito incluso la semana fue marcada por lo raro y lo bonito.

Y sin que sirva de predecente, esta entrada va dedicada a una persona que me hace sentir o me ha descubierto algunas de esas cosas raras y bonitas.