"Maltratado" por Glenn Hughes

Hace unos días Glenn Hughes nos deleitó con su visita a Barcelona, en lo que ya se ha convertido en una cita anual. Lo hacía en la Sala Bikini, sala pequeña pero muy acojedora para que un artista de este calado pueda desplegar y derrochar su gran abaníco de virtudes.

Empiezo por confesarme: me encata su voz. Es algo espectacular, fuera de lo común. Y a pesar de estar rondando ya los sesenta años la conserva como nadie. Muy fina, desgarradora por momentos, suave pero agresiva cuando hace falta. Por eso a este fenómeno, cuyo currículum intachable cuenta con ser miembro de Trapaze, Deep Purple y Black Sabbath, se le conoce como la Voz del Rock.

Grandioso concierto. Marcado por los toques funkies de sus últimos discos. Es esos shows que a uno le emocionan a diferencia de otros. Estás delante de parte de la historia del Rock. Estás delante de una de las mejores voces que se pueden escuchar. Estás delante de un hombre que te puede emocionar con su música.

Si bien el rollo funky es el que predominó durante todo el concierto, fueron dos momentos de puro Rock los que hundieron el local. El primero llegaba tras un corto solo del guitarrista para esta gira (Maldonado). No es JJ Marsh, ni tampoco traía a Chad Smith a la batería, pero no le hace falta. El solo acababa de manera lenta dando paso a las primeras notas de Mistreated, uno de los grandes clásicos de Deep Purple. Y si ya estaba emocionado con el concierto en sí, llegaba el momento de ponerse la piel de gallina, y el tema ni siquiera había empezado.

Aquí es donde Hughes demuestra de manera práctica porque es la Voz del Rock, no por su historial, sino por su presente. Porque, con temas como éste, Glenn te atrapa, te agarra con toda su fuerza, no te suelta ni un momento, te desborda como un vendaval, te sacude una y otra vez. Parece que te da algún respiro, pero siempre es para arremeter con más fuerza. Te eleva a niveles de potencia desenfrenada y, seguidamente, te envuelve en esa aura de espectacular intimidad, suavidad y complicidad como sólo él sabe crear. Sus susurros de voz virtuosa y poetíca de traen la calma, te aplacan, te conmueven. Te dejan colgado de ese finisimo hilo que te llega desde el escenario y que te une al cantante. Un torrente de sentimientos que salen de lo más profundo de su ser y que te llegan directamente sin resistirte lo más mínimo. Estás entregado. Y con un contundente final, te hace consciente que ha jugado contigo, ha hecho contigo lo que ha querido, te ha "maltratado". Impresionante.

El segundo momento de puro Rock llegó en la ronda de bises. Cuando volvía al escenario para ofrecer un tema que, a pesar de contar con muy pocos años, ya se ha convertido en uno de sus clásicos: la potente Soul Mover. Y como colofón final no podía ser otro tema que la gran Burn de su paso por Deep Purple junto a su gran amigo David Coverdale. ¿Se puede acabar mejor un concierto? Era la quinta vez que la escuchaba en directo y no voy a cansar nunca de hacerlo. Tremendísimo tema, uno de mis favoritos, por no decir ya el que más, de Deep Purple. La Sala Bikini ardió.

Una gran y emocionante noche.

Al recordar esos momentos un poquito me he vuelto a emocionar. Y como no me puedo resistir, dejo un par de videos como muestra de lo que Glenn puede ofrecer, aunque ya sé que no es lo mismo. El primero es la parte más intíma en concierto de Mistreated. Y el segundo es el tremebundo Burn.