Fin de semana de ensueño

Es algo bastante raro lo que ha sucedido este fin de semana. Porque dos hechos deportivos lo han convertido en algo especial.

El primero fue poder asistir por primera vez en la vida a un partido entre dos equipos de NBA, es como hacer un sueño realidad. Y eso, que a pesar de la tremenda ilusión que me hacía desde tiempos immemoriables, hasta hace pocas fechas no me había planteado o no era consciente que era uno de mis sueños a realizar. Fue una amistoso con todo lo que conlleva. Pero yo lo disfruté como un niño pequeño viendo a muy pocos metros de mi a algunos de los mejores jugadores del mundo dando espectáculo. Lo que lo hizo más especial fue compartir esos momentos con un buen amigo tan aficionado o más que yo a la gran liga.

Y el segundo, ha sido la sorpresa que me he llevado cuando he finalizado una carrera a la que me había apuntado por diversión. Ha sido increíble como de golpe y porrazo he doblado mi mejor marca corriendo, tanto en tiempo como en distancia, situando mis récords en unos doce kilometros y alrededor de hora y media. En este caso la sensación es que he conseguido un gran reto. Pero al igual que el sueño, es un reto que no me había marcado, ni siquiera me planteaba algo semejante; y menos en un día como hoy con algunos condicionantes que hacían presegiar que iba a correr más bién poco.

Pero también, junto a otro buen amigo, he conseguido que fuera especial. Que me pudiera sentir safisfecho y orgulloso con mi actuación. No deja de ser muy modesta en comparación a otros, pero para mi es algo espectacular lo que he conseguido porque no sólo he llegado más lejos que nunca, sino que lo hecho de manera bestial y sin desfallecer. Y porque, a parte de lo que ha sucedido a nivel físico, en mi modo de ver y como le comentaba a mi amigo, he demostrado lo que uno es capaz de hacer cuando no se pone límites, lo da absolutamente todo, confiamos en nosotros mismos, se entrega al máximo por aquello le gusta y le hace disfrutar y, porque no decirlo, le echa un buen par.