NBA Finals: la verdad

Esta entrada va dedicada a rendir un grandioso homenaje a La Verdad, a Paul Pierce.

Ya lo dijo en su día el más grande (por tamaño) de los eruditos: My name is Shaquille O'Neal and Paul Pierce is the motherfucking truth. Quote me on that and don't take nothing out. I knew he could play, but I didn't know he could play like this. Paul Pierce is the truth.

Pierce fue el gran héroe de la marea verde durante las finales. Como de un milagro se tratara, se levantó de lo que parecía una importante lesión en el primer partido y enfervoreció a las masas. De ahí solo han salido grandes actuaciones hasta llevarse el MVP de las finales y lo que es más importante: el preciado anillo de campeones.

Kevint Garnett y Ray Allen llegaron de la mano de Danny Ainge para devolver la grandeza a la más presitigiosa de las franquicias. Sus aportaciones han sido muy valiosas, propias de All-Stars. Pero al final el que ha tirado del carro, el que lo ha dado todo y más para conseguir la meta ha sido ese chico que llevaba toda la vida en el equipo. Aquel que nació en una de las barriadas más conflictivas de la ciudad a la que se ha enfrentado en estas finales, Los Angeles. Aquel que recién llegado a la liga estubo a punto de perder la vida al recibir varias puñaladas en el cuello. El que formó un brillante dueto con Antoine Walker pero que no pasó de eso, de lo que pudo ser y no fué. El que se vió diambulando sin pena ni gloria en una larga travesía por el desierto, ya no sin títulos, sino lo que es peor, sin asomarse por los playoffs. Y eso en Boston es duro, muy duro.

Sus números a lo largo de su carrera han merecido muchos elogíos. Están entre los mejores de la franquicia, por encima de muchas viejas glorias. Incluso lo suficiente para poder colgar su camiseta en lo más alto de la cancha. Pero, Pierce es un hombre de orgullo, de honor, y ante tal insinuación respondió que él no se merecía tener su camiseta entre muchas otras de jugadores con anillos dorados en los dedos. Así que al final ha conseguido su propósito: por méritos propios ya puede ser encumbrado entre los más grandes sin ningún ápice de duda.

Mención a parte para Ainge. El en otros tiempos tan criticado por sus movimientos en el mercado ha conseguido al final la fórmula del éxito. Ya en una de las primeras entradas de este blog comentaba el riesgo que tomaba con tan alta apuesta, pero que el tiempo daría o quitaría la razón. Han pasado los meses y los Celtics son campeones. Buena parte del triunfo de este año se debe a él. Ha conseguido una temporada perfecta, como si de un guión de cine se tratara: ha reunido grandes estrellas, han deslumbrado a todos con sus actuaciones, hubo algo de sufrimiento e intriga al inicio de los playoffs y acabó todo ante el mayor de los rivales con un final feliz.

Enhorabuena Celtics. Enhorabuena Pierce.